Por los caminos del Señor

Hola… Cuando celebramos el cumpleaños de una persona querida, solemos expresarle en ese día todo nuestro cariño y gratitud.
Hoy, en este domingo, celebramos el cumpleaños de nuestra Iglesia. Un día como hoy, con la venida del Espíritu Santo, aquellos hombres y mujeres temerosos —y con razón—, que permanecían encerrados entre cuatro paredes con la esperanza de que el Señor cumpliera su promesa, vivían en una realidad muy distinta: se sentían solos y abandonados, sabiendo que “si ponían un pie en la calle”, las autoridades judías podían hacer con ellos lo que hicieron con el Maestro.
Sin embargo, sucedió algo maravilloso que cambió radicalmente su actitud ante la vida: el temor se transformó en fortaleza, y con ella comenzó su misión evangelizadora que no se ha detenido hasta el día de hoy.
Han pasado más de dos mil años y pareciera que las debilidades de ayer son similares a las de hoy dentro de la Iglesia. Al leer al apóstol Pablo, en el capítulo 12 de la Segunda Lectura que tuvimos hoy domingo —en su Primera Carta a los Corintios—, comprendemos que, tanto ayer como hoy, valoramos más nuestras potencialidades personales que la unidad que es Cristo. Olvidamos que la Iglesia es Una, aunque haya diversidad de dones y de cualidades.
No está de más recordar hoy el lema del Papa León XIV, tomado de un sermón de San Agustín: IN ILLO UNO UNUM: En el único Cristo, todos somos uno.
En su primera alocución del 8 de mayo, desde la Logia de la Basílica de San Pedro, el Papa León XIV nos recordó dos verdades eternas, tantas veces olvidadas: una, que Dios nos ama; y dos, que debemos luchar por la unidad, sin separarnos jamás de aquello que Jesús nos pidió: “Id por el mundo entero y bauticen en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
El Santo Padre León XIV, al sentir el llamado de Cristo a través del Espíritu Santo aquella tarde del 8 de mayo en la Capilla Sixtina, y como conocedor de la Iglesia Universal —tras casi cincuenta años de vida religiosa, siendo misionero, General de la Orden de los Agustinos, Obispo de una Diócesis, Cardenal de la Iglesia y hoy el Santo Padre—, sabe de “buena fuente” que, ayer como hoy, la unidad en Cristo es impostergable.
¡En el único Cristo, todos somos uno!

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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